– Maestro, la vez pasada hemos hablado sobre la verdad, Usted me dijo que la verdad no existe entonces ¿cómo se hace para saber si uno tiene razón o no cuando se está discutiendo?
– Mi querido ingenuo, la verdad y tener razón son dos cosas bien diferentes y también dos cosas bien complicadas.
– Maestro, ya veo que hoy voy a aprender algo nuevo. Estoy atento.
– Tienes razón… ¿o no la tienes? Ja, ja, ja. Casi siempre el tener o no tener la razón depende de la perspectiva desde la cual se analiza una situación. ¿No has leído el libro “Yo tengo Razón, tú estás equivocado” de Edward de Bono?
– No Maestro, tiene Usted razón, no lo he leído.
– Mi estimado ingenuo, yo sé que tengo razón. Él, el autor del libro, nos indica que las discusiones relacionada con el tener o no tener la razón, en la mayoría de los casos no conducen y ni quiere conducir a la verdad, sino son simplemente una competencia con el fin de ganar un duelo verbal. Al final de la discusión el echo de que uno termine teniendo (o convencido de tener) la razón no significa que sea el dueño de la verdad. Ya sabes, la verdad no existe.
– Entiendo Maestro… ¿entiendo?
– La historia está repleta de personajes que han tenido razón y por este mismo motivo han perdido la vida bajo la acusación de ser herejes. La “Inquisición” (o Santa Inquisición) en la era medieval europea, ha castigado a muchos “herejes” con la pena de muerte. El solo afirmar que la tierra no era plana sino una esfera lo condenaba uno a muerte. Y atento, querido ingenuo, en aquel tiempo “la inquisición” estaba firmemente convencida de tener la razón.
– Pero no la tenía, ¿cierto?
– No, ¿o sí? O no.
– Maestro, como siempre me confunde.
– Lo que quiero decir, estimado ingenuo, es que de la perspectiva de los inquisidores ellos estaban convencido de tenerla. Pero, por otro lado, los considerado herejes, también la tenían y evaluando ahora, con los conocimientos que tenemos hoy, te aseguro que muchos supuestos herejes perdieron sus vidas teniendo la razón. Pero, ¿de qué le sirvió tener la razón? Ve atentamente el video aquí abajo. Él que tiene la razón, con toda su razón, termina muerto en el intento de demostrar che la tenía.
– Maestro, ¿cuál es entonces la moraleja de hoy?
– Simple, mi querido ingenuo, muy simple: haz un uso adecuado de las afirmaciones “yo tengo razón”, “a mí me asiste la razón”, “sé que estoy en lo cierto. Tú te equivocas”. Y no discutas demasiado con las personas que hace un uso frecuente de estas mismas frases.
– Tiene Usted razón, Maestro.
– Yo siempre tengo la razón querido ingenuo. Ahora me retiro en mi merecido descanso, pero antes, te dejo tres consejos:
- Si lo que defiendes es una PRIORIDAD para ti, sé FIRME. En última instancia, si la otra persona no da su brazo a torcer, y para ti es importante, también puedes decidir irte y no perder el tiempo.
- Si lo que defiendes no es importante, sé FLEXIBLE con los demás. No malgastes tu energía en algo que no merece la pena pelear.
- En última instancia, el criterio a seguir es claro: Respeto hacia tu persona y respeto hacia el otro.
– Gracias Maestro