Por Franco Cerutti

### En el Bar La Sele, Alajuelita, 3 de diciembre del 2025, 6:47 p.m.

El televisor LG de 32 pulgadas (que don Chalo compró en la feria del agricultor del 2012 y que todavía funciona porque Doña Mary le pone aceite 3-en-1 cada domingo) estaba transmitiendo CNN en español. Apareció el presidente Rodrigo Chaves, con esa cara de quien acaba de descubrir que el café se le enfrió porque se quedó hablando solo.

Don Pepito, “El Chiquitico”, cronista oficial del Bar La Sele y hombre que pesa 48 kilos con zapatos de cemento, dio un brinco tan grande que casi se le sale la prótesis dental superior.

¡A ver, a ver, a ver, callen la boca que habla el Presi!

Don Chalo, que estaba limpiando un vaso con la misma servilleta desde el Mundial de Brasil 2014, subió el volumen hasta que se oyó un chicharrazo y el parlante pareció llorar.

En pantalla, el conductor de CNN le preguntaba al presidente sobre las declaraciones del fiscal general Carlo Díaz, que había dicho que las audiencias en el Congreso eran “un circo de payasos sin maquillaje pero con mucho olor a sobaco”.

Y entonces Rodrigo Chaves, con esa calma de quien ya perdió tres elecciones internas pero ganó la grande, soltó:

“Mire, yo respeto al señor fiscal, pero él cree que la justicia es como su carro: lo parquea donde le da la gana y nadie le dice nada.”

¡PUM!

Silencio sepulcral en el Bar La Sele. Hasta las cucarachas dejaron de caminar por respeto.

Don Roderico, que lleva veintisiete años diciendo que “en este país todo está mal pero yo sigo aquí porque me da pereza mudarme a Nicaragua”, soltó la imperial de la mano y se le derramó encima del pantalón de luto que usa desde que murió su suegra en el 98.

¡Este hombre es un poeta, carajo! ¡Un poeta con corbata!

Doña Mary, que en ese momento venía con cuatro casados humeantes (arroz, carne, huevo, plátano, todo junto como matrimonio que ya no se soporta pero sigue viviendo en la misma casa), soltó la bandeja y empezó a aplaudir con las manos llenas de repollo morado.

¡Eso, mijitos! ¡Que le den duro al fiscal ese que parece que se tragó un palo de escoba por el culo y todavía le sobra medio metro!

Don Filemón, el taxista pirata que juró haber llevado a Laura Chinchilla al aeropuerto en el 2013 (y que cobra extra si le preguntas si es cierto), levantó el dedo índice como si estuviera en la Asamblea Legislativa:

Yo siempre lo dije: Chaves tiene lengua de karateca. Te da una patada verbal y ni te das cuenta hasta que estás en el suelo contando estrellas.

El Chiquitico ya estaba escribiendo en su libreta de cronista oficial (una libreta Marca Tilibra que le regaló una tía en el 2001 y que todavía tiene hojas):

“Minuto 19:47 – El Presidente le acaba de meter un gancho al hígado al Poder Judicial en vivo y en directo. Posible KO técnico. El Bar La Sele estalla en júbilo patriótico. Doña Mary llora de la risa y se le cae una tortilla al suelo. Nadie la recoge porque está bendita.”

De repente entró Don Beto, el loco del barrio que dice que es primo hermano de Keylor Navas porque una vez le vendió un churro en el Estadio Nacional.

¿¿¿Qué pasó??? ¿¿¿Ya metieron gol???

¡Mejor, Beto, mejor! ¡Acaban de meterle un golazo de media cancha al fiscal!

¡Ah, bueno! gritó Beto ¡Entonces póngame un casado con todo menos principios, que hoy sí estamos de fiesta!

Don Chalo, con lágrimas de orgullo patrio, abrió la nevera y sacó una Pilsen que tenía guardada desde la clasificación al Mundial de Rusia “por si acaso”.

¡Hoy se brinda con la reserva especial, muchachos! ¡Por don Rodrigo, que le acaba de hacer un nudo marinero en la lengua al señor Carlo Díaz!

Y todos alzaron las botellas, los casados, las prótesis dentales y hasta el control remoto del televisor.

Y en ese momento, en el Bar La Sele de Alajuelita, mientras el presidente seguía hablando en CNN y el fiscal seguramente buscaba un diccionario para entender qué le habían dicho, se vivió el minuto más tico de todo el 2025.

Porque aquí, cuando el Presidente le da una patada verbal al sistema, no importa si eres manudo o saprissista, rico o pobre, pelao o con peluquín: todos somos uno solo.

Y Doña Mary, secándose las lágrimas con el delantal, gritó lo que todos pensábamos:

¡Que viva Costa Rica, carajo… y que le den duro al que se lo merezca!

Fin.
(Crónica oficial del Bar La Sele, escrita por El Chiquitico con tinta azul y corazón lleno).