Por Franco Cerutti

### Los indecisos bajan al 45 %&@#!… perdón, al 45 %.
Crónica desde el Bar La Sele, Alajuelita, 8 de diciembre de 2025
Por El Chiquitico, cronista oficial y dueño de un solo zapato izquierdo

Eran las once y media de la mañana y media cuando Don Chalo pegó el titular de La Nación en la nevera del bar, justo encima del póster de Keylor Navas que ya tiene más arrugas que cara de Doña Mary después de cincuenta años de casados (el casado y ella).

—¡Bajaron los indecisos! —gritó Don Chalo, que lee los titulares como si fueran resultados de la Quiniela.

Don Pepito el Chiquitico, que estaba haciendo la crónica del día anterior (todavía no había terminado la del 2018), levantó la cabeza del mostrador y dijo con voz de profeta del Apocalipsis:

—O sea que ahora solo el cuarenta y cinco por ciento no sabe a quién votar. ¡Eso es una tragedia nacional! ¡En mi época éramos el setenta y cinco por ciento y nadie se quejaba!

Doña Mary, que venía con una bandeja de quince casados humeantes, soltó la sentencia:

—Los indecisos son como los frijoles del casado: si no saben con quién quedarse, se quedan con el arroz y se lo comen frío.

Don Roderico, que lleva veinte años indeciso hasta con la cerveza, soltó un eructo filosófico:

—Yo sigo indeciso entre Pilsen e Imperial. Pero en política igual. A veces me da por Figueres, a veces me da por Welmer, y de repente me da por el que salga en TikTok bailando reggaetón. ¿Eso cuenta como indecisión o como evolución?

En eso llegó Don Filemón, el taxista pirata, con la camisa de la Sele puesta al revés (como siempre, porque dice que así “la mala vibra se le devuelve al rival”).

—Yo la llevé a Laura Chinchilla al aeropuerto, ¿te acordás? —mintió por enésima vez—. Y ella me dijo: “Filemón, yo también estoy indecisa, pero al final voy con el que me pague el pasaje”. ¡Y se fue con Avianca!

De repente entró Don Chalo y gritó:

—¡Encuesta nueva! ¡Bajaron a cuarenta y cinco por ciento! ¡Ya casi sabemos quién va a ganar!

El Chiquitico se puso de pie encima de una silla (con riesgo de vida, porque la silla era coja desde el Mundial 2014):

—¡Eso es gravísimo! ¡Si siguen bajando así, en febrero vamos a tener un balotaje entre nadie y nadie! ¡Y nadie va a ganar por default!

Doña Mary soltó otra perla mientras rebanaba cebolla como si fuera la política nacional:

—Los indecisos son como los que piden casado sin chicharrones: no saben lo que se pierden y encima se quejan de que está insípido.

De fondo, un cliente nuevo, un hipster de Escazú perdido que había entrado por error, preguntó si tenían kombucha. Todos lo miraron como si hubiera pedido un trasplante de hígado.

En eso, Don Roderico tuvo un momento de lucidez etílica y soltó la frase que quedó para la posteridad del Bar La Sele:

—Mire, yo voto por el que prometa que los indecisos paguen menos impuestos. ¡Eso sí es un programa de gobierno!

Don Filemón, sin dejar de mentirle a nadie en particular, remató:

—Y que le den taxi gratis a Laura Chinchilla pa’ cuando vuelva.

Y así, entre casados y Pilsen, el Bar La Sele siguió debatiendo el destino de la patria. Afuera llovía, adentro olía a esperanza y a cebolla caramelizada, y los indecisos, allá en las encuestas, seguían bajando. Como la cuenta del bar a final de mes.

El Chiquitico cerró su libreta y murmuró, antes de dormirse encima del mostrador:

—Cuando lleguen a cero por ciento, alguien va a tener que inventar uno nuevo. Y ese va a ganar seguro.

Y así, queridos lectores, termina la crónica de hoy. Mañana será otro día… y los indecisos seguirán indecisos, pero con más drama. Como un casado sin chicharrón: nadie sabe por qué, pero le falta algo.