Por Franco Cerutti
¿Alguna vez han sentido que viven en una realidad paralela donde las leyes de la física y el sentido común funcionan al revés? Bueno, hoy tuve esa experiencia en Plaza América.
La historia es breve, pero intensa. Como dueño de un carro eléctrico, me dirigí al centro comercial con dos intenciones muy claras y nobles:
Cargar mi vehículo (aprovechando el cargador para clientes).
Entrar al Centro Comercial, pasear, gastar mi dinero y contribuir a la economía local mientras el carro se carga.
Suena lógico, ¿verdad? Uno enchufa, se va de compras, vuelve y se va feliz. ¡ERROR!
En Plaza América han inventado un nuevo sistema revolucionario. Cuando intenté conectar mi carro, uno de los guardas de seguridad me informa amablemente que para usar el cargador necesito presentar el tiquete de compra.
Le expliqué al guarda (con toda la paciencia del mundo): — «Amigo, si vuelvo aquí con el tiquete en la mano, es porque YA terminé de comprar. Ya me voy. No me voy a quedar dos horas sentado en el parqueo viendo cómo se carga el carro después de haber hecho el mandado».
Pero no hubo manera. Según la política de Plaza América, el orden de los factores sí altera el producto. Al parecer, ellos esperan que uno:
Llegue con el carro descargado.
Entre a comprar.
Salga con las compras.
Conecte el carro.
Se quede acampando en el estacionamiento un par de horas mirando el techo mientras carga, para finalmente irse.
Me parece una estrategia de marketing fascinante: El castigo por comprar es tener que esperar.
Así que me fui con mi dinero y mi carro a Multiplaza donde la lógica es lineal y el tiempo avanza hacia adelante.
Señores de Plaza América: Un cargador de carros es para que el cliente consuma mientras carga, no para retenerlo como rehén después de consumir. Ojalá le den una vuelta a esa política, porque por ahora, se llevan el Premio Nobel a la Absurdidad Logística 2025.

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