Por Franco Cerutti

¡Odio las onzas! No sé cuanto es una onza y ni quiero saberlo.
Odio cuando voy a un local de comidas rápidas y me piden de cuantas onzas quiero mi refresco o, como ayer me ha sucedido en el nuevo local de la cadena de Cremas Crespas (nombre modificado para evitar problemas) donde haces aquellas rosquillas y aquellas otras rosquillas y rosquillas también donde me dicen que el café con leche de 12 onzas tiene una onza de leche y yo le pregunto cuanto es una onza y la muchacha me indica un espacio entre su pulgar e su índice.
Yo quiero se me hable de mililitros, centilitros y decilitros, no solo es mi derecho sino un deber regulado por ley. No sé cuanto es una onza ni quiero saberlo y punto. Si me hablan en español deben hablarme en unidades métricas.
He investigado un poco sobre este asunto y aquí lo que he encontrado:
¡La misteriosa resistencia costarricense a las onzas!
Costa Rica, ese pequeño y hermoso país de Centroamérica, es conocido por su increíble biodiversidad, sus playas paradisíacas y, por supuesto, ¡sus misteriosas onzas! Aunque parezca increíble, a pesar de la ley 5292 que exige el uso exclusivo del sistema métrico decimal, las onzas siguen teniendo un lugar especial en el corazón de los costarricenses. ¿Por qué esta aparente contradicción? ¡Acompáñanos en este viaje por el mundo de las medidas ticas!
Antes de adentrarnos en este enigma, hagamos un breve repaso histórico. En 1858, Costa Rica adoptó oficialmente el sistema métrico decimal como su sistema de unidades de medida. Esto significa que todos los ciudadanos deberían utilizar metros, kilogramos, litros y todas las medidas modernas que conocemos hoy en día. Sin embargo, a pesar de este cambio, las onzas se aferraron a la cultura costarricense como un koala a su árbol de eucalipto.
Una teoría que algunos expertos proponen es que la causa de esta persistencia se encuentra en el ámbito culinario. Las recetas tradicionales de Costa Rica han sido transmitidas de generación en generación, y muchas de ellas utilizan medidas como «una onza de esto» o «dos onzas de aquello». Intentar cambiar estas recetas sería como pedirle a los costarricenses que renuncien a su delicioso arroz con pollo o su refrescante casado. ¡Simplemente no se puede!
Otra posible explicación se encuentra en el mundo de las bebidas. Los bares y restaurantes de Costa Rica son famosos por sus exquisitos cócteles y licores tropicales. Y, por alguna razón inexplicable, los bartenders ticos se sienten más cómodos midiendo las bebidas en onzas. Tal vez sea porque las onzas les dan ese toque de misterio y encanto a sus creaciones. ¿Quién puede resistirse a un «mojito de 2.5 onzas» o a un «piña colada de 8 onzas»? ¡Seguro que no yo!
Pero la verdadera razón detrás de esta resistencia a abandonar las onzas puede ser mucho más profunda. Algunos sostienen que es simplemente una muestra de rebeldía costarricense, un pequeño acto de desafío frente a las normas establecidas. Después de todo, ¿quién puede decirles a los costarricenses qué medidas deben usar? ¡Ellos tienen su propio estilo único y están orgullosos de ello!
A pesar de los esfuerzos del gobierno por promover el sistema métrico, las onzas siguen ahí, desafiando la lógica y las leyes. Pero en última instancia, ¿qué importa realmente? Costa Rica es un país increíblemente hermoso y acogedor, lleno de gente amable y sonrisas. Y si eso implica que sigan utilizando sus misteriosas onzas, ¡pues que así sea!
Así que, la próxima vez que visites Costa Rica, no te sorprendas si escuchas a alguien pedir «dos onzas de café» o si te sirven un delicioso ceviche con «cinco onzas de limón». Simplemente disfruta de la experiencia y deja que las onzas sean parte de la magia que hace de Costa Rica un lugar único en el mundo. ¡Salud y pura vida, en todas las medidas posibles!