Por Franco Cerutti

En el maravilloso y a veces extraño mundo de la gastronomía, existen prácticas que desafían toda lógica y sentido común. Pero ninguna se compara a la absurda y cómica tendencia de poner la comida en una cavidad repleta de 32 huesos, solo para que un tentáculo de carne la empuje hacia un charco de ácido. Sí, queridos lectores, estamos hablando de ¡comer!
Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos hemos utilizado nuestra boca para consumir alimentos. Pero, si lo piensas detenidamente, es algo completamente absurdo. ¿Por qué habríamos de meter la comida en un agujero lleno de dientes? ¡Son 32 huesos esperando a hacer añicos lo que sea que nos estemos metiendo en la boca!
Pero la diversión no termina ahí. Imagina la escena: un bocado de comida es introducido en esa cueva de huesos, y en un giro digno de una película de ciencia ficción, un tentáculo de carne, también conocido como lengua, se mueve y empuja la comida hacia su destino final. Un charco de ácido gástrico está esperando pacientemente en el estómago para descomponer y digerir todo lo que encuentre en su camino. ¡Es como una montaña rusa de la digestión!
La ironía de todo esto es que, a pesar de lo ridículo que suena, comer es una necesidad básica para nuestra supervivencia. Así que nos vemos obligados a realizar este extraño ritual de huesos y ácido día tras día. No hay escapatoria.
Pero, por supuesto, como seres humanos, siempre encontramos la manera de convertir cualquier situación en algo humorístico. La comida se convierte en una especie de juego de azar: ¿cuántos trozos de comida lograrán pasar ilesos por los dientes? ¿Cuántos harán que la lengua haga un baile de la victoria antes de ser tragados? Y siempre está esa sensación de miedo momentáneo cuando la comida se va por el camino equivocado y crees que te ahogarás.
Además, ¿qué hay de los alimentos particularmente difíciles de comer? Los elotes, por ejemplo, son una obra maestra de la tortuosidad alimentaria. Intentar comer uno de estos en público es como un desafío a tus habilidades de ingeniería y coordinación. Tratas de sostenerlo con elegancia, pero tus manos terminan embadurnadas de mantequilla y sal. Y mientras intentas no parecer un completo desastre, secretamente deseas que tus dientes no se conviertan en un ataque masivo contra el pobre elote.
Pero, a pesar de todo el caos y la locura, no podemos negar que hay algo maravillosamente humano en la forma en que comemos. En este absurdo proceso, compartimos momentos de convivencia, nos deleitamos con sabores y texturas, y a veces incluso nos reímos de nuestros propios desastres culinarios. La comida es una experiencia que une a las personas de todas las culturas y, en última instancia, nos hace apreciar la belleza de nuestra propia extravagancia.
Entonces, la próxima vez que te encuentres metiendo comida en tu boca, tómate un momento para reflexionar sobre lo ridículo y cómico que es todo este proceso. Celebra la locura de la vida y disfruta de cada mordisco, con sus risas y sus desafíos. Y recuerda, si todo lo demás falla, siempre puedes llevar contigo una buena cantidad de antiácidos. ¡Feliz y alocada experiencia gastronómica!