Por Franco Cerutti

¡Di adiós a la diplomacia! En este mundo loco en el que vivimos, muchos nos encontramos atrapados en un laberinto de falsedad y cortesía excesiva. ¡Pero no temas! ¡Ha llegado el momento de liberar la lengua y decir siempre lo que pensamos!
Imagínate la escena: entras a una fiesta y ves a alguien con un vestido que parece sacado de una película de ciencia ficción. En lugar de hacer los típicos comentarios educados, podrías ir directo al grano y decir: «¡Vaya, pareces un platillo volador que acaba de aterrizar en la pasarela!». Seguro que causarías un revuelo y, quién sabe, ¡quizás hasta te lleves un premio al comentario más original!
Pero no nos quedemos solo en el mundo de la moda. Pongamos que tu amigo decide preparar una cena gourmet y presenta un plato que se ve más como un experimento culinario que como una comida apetitosa. En lugar de fingir que es delicioso, podrías decir con total sinceridad: «¡Wow, esto parece una obra de arte abstracto! No puedo esperar para probarlo… o al menos intentarlo». Puede que no seas invitado a cenar de nuevo, ¡pero al menos habrás sido honesto!
Por supuesto, no te olvides de las situaciones sociales incómodas. Si alguien te hace una pregunta personal que normalmente evadirías, ¡ahora es tu momento de brillar! En lugar de buscar una excusa elaborada, simplemente di: «Oye, eso es realmente demasiado información para mi cerebro, ¿no crees?». Seguro que causarás risas nerviosas y, con suerte, se cambiará de tema rápidamente.
Y vamos, admitámoslo, todos hemos tenido esas reuniones de trabajo interminables en las que las ideas parecen ser más aburridas que contar arena en el desierto. En lugar de fingir interés, podrías decir en voz alta: «Perdona, pero mi mente acaba de irse de vacaciones a una isla tropical y no planea volver hasta que alguien diga algo interesante». Puede que te ganas algunas miradas asesinas de tus compañeros, pero al menos habrás levantado el ánimo de todos.
Claro, decir siempre lo que piensas puede tener sus desventajas. Podrías terminar perdiendo amigos, siendo despedido del trabajo y enfrentándote a más momentos incómodos de los que puedas contar. Pero hey, al menos estarías siendo auténtico y honesto en un mundo lleno de falsedad, y eso tiene que valer algo, ¿verdad?
Así que, querido lector, la próxima vez que te encuentres en una situación en la que normalmente elegirías tus palabras cuidadosamente, considera darle rienda suelta a tu mente y decir exactamente lo que piensas. Quién sabe, podrías terminar siendo la vida de la fiesta, o al menos la persona más honesta en la sala. ¡Buena suerte! Y recuerda, el humor siempre es un buen aliado para suavizar las cosas.