Por Franco Cerutti

¡El amor está en el aire! O al menos eso es lo que sientes cuando estás a dieta y te enamoras del champú de vainilla. Sí, lo has leído bien. El champú se convierte en tu nuevo objeto de deseo, en tu pasión incondicional. Y no, no es porque hayas perdido la cabeza por completo, es simplemente una muestra más de los extraños efectos secundarios de la dieta.
Cuando te embarcas en el viaje de la pérdida de peso, te conviertes en un ser humano completamente diferente. Tus antojos se vuelven más intensos que nunca y tu mente comienza a buscar placer en las cosas más inverosímiles. De repente, la comida ya no es solo una necesidad básica, sino también un objeto de deseo prohibido. Y cuando la comida no puede ser tu amor, buscas amor en otros lugares.
Es entonces cuando el champú de vainilla entra en escena. Con su aroma dulce y seductor, te transporta a un mundo de fantasía donde las calorías no existen y los postres no engordan. Te imaginas empapándote en una bañera llena de espuma de champú, mientras los ríos de vainilla fluyen a tu alrededor. Es como un romance prohibido, pero sin las consecuencias de una cita con un pastel de chocolate.
Empiezas a mirar con envidia a todas esas personas que pueden disfrutar de un helado cremoso o un pastel esponjoso sin remordimientos. Te preguntas cómo sería volver a tener una relación normal con la comida, donde no tienes que preocuparte por cada bocado que te llevas a la boca. Pero por ahora, te conformas con oler el champú de vainilla y soñar con un futuro libre de dietas restrictivas.
En tu obsesión por el champú, te vuelves un experto en todos los productos de cuidado personal con aroma a vainilla. Investigas en línea, lees reseñas y buscas el champú de vainilla más tentador del mercado. Te conviertes en un cazador de vainilla, persiguiendo ese olor celestial como si fuera el elixir de la vida.
Y cuando finalmente encuentras el champú perfecto, tu vida cambia por completo. Cada vez que te lavas el cabello, te transportas a un mundo de sabores dulces y placeres culpables. Incluso puedes llegar a experimentar el deseo de tomar un sorbo de champú (no lo hagas, por favor). Pero en esos momentos, recuerdas tu objetivo de perder peso y te conformas con disfrutar del aroma.
La dieta te ha llevado a un lugar extraño, donde el champú de vainilla se convierte en tu objeto de deseo y la comida se vuelve un enigma inalcanzable. Pero no te preocupes, este romance pasajero con el champú pronto será solo un recuerdo divertido en tu camino hacia una vida más saludable.
Así que, si alguna vez te encuentras enamorado del champú de vainilla mientras estás a dieta, no te sientas mal. Es solo otro capítulo humorístico en tu viaje hacia el bienestar. Y quién sabe, tal vez después de alcanzar tus metas de pérdida de peso, puedas disfrutar de un postre de vainilla de verdad y recordar con una sonrisa aquellos días en los que el champú era tu gran amor.