Por Franco Cerutti

¡Amantes del vino, es hora de poner a trabajar esos músculos! ¿Quién hubiera pensado que disfrutar de una buena botella de vino podría ser un entrenamiento de cuerpo completo? ¡Sí, señores y señoras, al abrir una botella de vino se activan nada menos que 14 músculos! ¡Es un gimnasio en miniatura en cada descorche!
Así es, mientras algunos prefieren sudar la gota gorda en un gimnasio, nosotros, los apasionados del vino, preferimos sudar y darnos un gustito al mismo tiempo. ¡La lucha contra el corcho es real, pero los beneficios son inigualables!
Primero, tenemos esos bíceps y tríceps en acción. Sí, esos mismos que te hacen ver bien cuando te pones esa camiseta ajustada. Pero esta vez, no se trata de impresionar a nadie en el gimnasio, sino de impresionar a tu círculo íntimo de amigos cuando descorches la botella con un elegante movimiento digno de un sommelier.
Luego, llegan a la fiesta los músculos del hombro y del brazo. Estamos hablando del deltoides, el trapecio y el supraespinoso. ¡Una verdadera fiesta en tu hombro! Y mientras los gimnasios hacen que levantar pesas parezca un trabajo duro, el vino hace que abrir una botella se sienta como una recompensa celestial.
Pero, ¡espera! No olvidemos a los músculos de la espalda. ¡Los dorsales también están invitados a la función! ¿Recuerdas esos ejercicios de remo que te hacen sudar en el gimnasio? Bueno, abrir una botella de vino es como hacer un remo en versión gourmet. ¡Un entrenamiento con sabor a elegancia!
Pero no todo es fuerza en este entrenamiento, ¡también hay equilibrio! Para mantener la botella en su lugar mientras haces palanca con el sacacorchos, tus músculos abdominales están trabajando en conjunto. ¡Es como un baile en equipo entre tus músculos, la botella y el corcho!
Y cuando finalmente logras liberar al corcho de su confinamiento, la alegría y la satisfacción activan esos músculos faciales. ¡Sonrisas por doquier! Porque la única mueca de esfuerzo es reemplazada por la expresión triunfante de haber abierto la botella de vino como todo un profesional.
Pero la verdadera magia ocurre cuando el líquido dorado empieza a fluir en la copa. Tus papilas gustativas se despiertan, y puedes sentir cómo esos músculos de la lengua y la garganta entran en acción. ¡El vino activa músculos que ni siquiera sabías que tenías!
Así que, la próxima vez que estés con una botella de vino en la mano, no te sientas culpable por saltarte el gimnasio. ¡Estás haciendo un entrenamiento integral! La batalla con el corcho y el gozo de disfrutar de una buena copa son la combinación perfecta para poner en movimiento esos 14 músculos.
¡Salud! Y que la fuerza te acompañe en cada descorche. Recuerda, el vino no solo alegra el corazón, ¡sino también los músculos!