Por Franco Cerutti

«No eran brujas las que ardían.
Eran mujeres.
Mujeres que eran vistas como:
Muy hermosas.
Muy cultas e inteligentes.
Con demasiada agua en el pozo,
o una hermosa plantación…
Que tenían una marca de nacimiento.
Mujeres demasiado hábiles con las hierbas medicinales…
demasiado fuertes,
demasiado calladas,
demasiado pelirrojas.
Mujeres que tenían una fuerte conexión con la naturaleza.
Mujeres que bailaban,
o que cantaban.
Cualquier mujer corría peligro de ser quemada en el 1600,
las hermanas testificaban y se volvían unas contra otras mientras sus hijos eran sumergidos en hielo.
Se torturaba a los niños para que confesaran sus experiencias con «brujas» con simulacros de ejecución en hornos.
Las mujeres eran arrojadas al agua y si podían flotar, eran culpadas y ejecutadas.
Si se hundían y se ahogaban, eran inocentes.
Se las arrojaba por acantilados.
Se las colocaba en agujeros profundos en la tierra.
¿Por qué escribo esto?
Porque conocer nuestra historia es importante cuando estamos construyendo un mundo nuevo.
Para dar voz a las mujeres masacradas, para darles una oportunidad de paz.
No eran brujas que ardían.
Eran mujeres».
~ Fia Firsstrom ~