Por Franco Cerutti
En la era digital, las redes sociales se han convertido en un escaparate interminable de vidas perfectas, éxitos instantáneos y, lamentablemente, promesas tan grandilocuentes como vacías. Es una experiencia común, y cada vez más agotadora, encontrarse con perfiles que, bajo un barniz de profesionalismo, nos intentan vender la fórmula para la riqueza en 15 días, dietas milagrosas que prometen la pérdida de 50 kilos en una semana con el «secreto del samurái», o inversiones que garantizan la libertad financiera sin esfuerzo. Ante tal bombardeo de absurdidades, surge una pregunta ineludible: ¿realmente nos toman por estúpidos, o es que el mundo está realmente lleno de personas crédulas?
La respuesta, como suele suceder, es compleja y multifacética. No se trata de una simple dicotomía entre estúpidos y listos, sino de un entramado de factores psicológicos, sociales y económicos que facilitan la proliferación y, lamentablemente, el éxito de estas estafas digitales.
La Psicología Detrás de la Promesa Irresistible.
Los «gurús» de las redes sociales no son tontos; conocen a la perfección la psicología humana y sus vulnerabilidades. Apelan a nuestros deseos más profundos y urgentes: la necesidad de seguridad financiera, el anhelo de un cuerpo ideal, el deseo de éxito sin el trabajo arduo que usualmente implica.
Desesperación y Vulnerabilidad: Muchas personas se encuentran en situaciones de estrés económico, con problemas de salud o insatisfechas con su vida. En momentos de vulnerabilidad, las promesas de soluciones rápidas y fáciles pueden parecer un salvavidas, incluso si en el fondo suenan demasiado buenas para ser verdad.
Sesgos Cognitivos: Nuestro cerebro está programado para buscar atajos. El sesgo de confirmación, por ejemplo, nos hace prestar más atención a la información que valida nuestras creencias preexistentes. Si alguien desea fervientemente adelgazar, será más propenso a creer en la dieta «mágica» que en el consejo de un nutricionista que hable de esfuerzo y constancia. De igual forma, el sesgo de disponibilidad nos hace sobreestimar la probabilidad de eventos que son fáciles de recordar, como las historias de éxito (a menudo ficticias) que comparten estos «gurús».
El Efecto Manada y la Prueba Social: Cuando vemos a muchas personas «interactuando» o «validando» estas promesas (aunque sean perfiles falsos o comentarios comprados), se activa el efecto manada. Pensamos: «Si tantos lo creen, algo de cierto debe haber». La prueba social es una poderosa herramienta de manipulación.
La Gratificación Instantánea: Vivimos en una sociedad que premia la inmediatez. La idea de esperar meses para ver resultados en un negocio o en una dieta es menos atractiva que la promesa de una transformación en días.
El Negocio de la Falsa Esperanza.
Detrás de cada promesa de riqueza rápida o pérdida de peso milagrosa, hay un modelo de negocio bien establecido. Estos individuos, o empresas, no venden un producto o servicio real que funcione, sino esperanza. Su modelo se basa en:
Venta de Cursos y «Secretos»: El «éxito» que pregonan rara vez es el resultado de la aplicación de sus propios consejos, sino de la venta de cursos, e-books o seminarios a incautos. El contenido suele ser genérico, fácilmente accesible en internet y carente de valor real.
Marketing de Afiliados y Esquemas Piramidales: Muchos de estos «gurús» participan en esquemas de marketing multinivel disfrazados, donde la verdadera ganancia proviene de reclutar a más personas que, a su vez, compren los mismos productos o cursos.
La Construcción de una Marca Personal Ficticia: Crean una imagen de éxito, lujo y conocimiento, a menudo a través de fotos en lugares exóticos, coches caros (alquilados) y ropa de marca. Todo ello para generar una percepción de autoridad y credibilidad que no poseen.
¿Somos Estúpidos o Ingenuos?
La pregunta inicial de si somos estúpidos es demasiado simplista y, francamente, un tanto cruel. En su lugar, es más preciso hablar de ingenuidad, falta de pensamiento crítico, y la explotación de vulnerabilidades. No es que la gente sea inherentemente estúpida, sino que:
No se nos enseña a ser críticos: El sistema educativo rara vez nos dota de las herramientas para discernir información falsa de la verdadera en el torbellino de las redes sociales.
El deseo supera la razón: En la búsqueda de soluciones a problemas apremiantes, la emoción a menudo nubla el juicio racional.
Falta de conocimiento: Muchas personas carecen del conocimiento básico en finanzas, nutrición o salud, lo que las hace más susceptibles a las promesas poco realistas.
La Responsabilidad es Colectiva.
Es imperativo que, como usuarios de redes sociales, desarrollemos un pensamiento crítico agudo. Debemos cuestionar todo lo que vemos, buscar evidencia, y entender que el éxito genuino rara vez llega sin esfuerzo, dedicación y un camino que, aunque a veces desafiante, es realista.
Plataformas como Facebook, Instagram y TikTok también tienen una responsabilidad significativa en el control de este tipo de contenido engañoso. Si bien han implementado políticas y herramientas para combatir la desinformación, el flujo constante de estas promesas falsas demuestra que aún hay mucho por hacer.
En última instancia, la fatiga de ver estas absurdidades en nuestro feed es una señal de que estamos cansados de la manipulación y de la explotación de la esperanza. Reconocer este hartazgo es el primer paso para exigir un entorno digital más honesto y para protegernos a nosotros mismos y a quienes nos rodean de caer en las redes de quienes solo buscan su propio beneficio a costa de nuestra ingenuidad. ¿Y tú, qué haces para discernir la realidad de la fantasía en el mundo digital?

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