Por Franco Cerutti

¿Alguna vez has dicho, en un momento de franqueza y resignación, esas palabras mágicas: «Yo soy así»? Esas tres pequeñas palabras pueden parecer inocentes, pero detrás de ellas se esconde un fenómeno fascinante y, al mismo tiempo, bastante trágico. Cuando dices «Yo soy así», estás describiendo tu propia prisión mental, una cárcel de tus propias creencias y hábitos que te impiden experimentar la verdadera libertad. Pero no te preocupes, ¡estoy aquí para mostrarte el lado humorístico de esta situación!
Imagina por un momento que todos nos movemos por el mundo llevando una etiqueta que dice: «Yo soy así». En la oficina, tu compañero de trabajo con la etiqueta «Yo soy así» nunca se toma un descanso para tomar café, porque cree firmemente que eso es para los débiles. Por supuesto, tampoco se pierde una oportunidad para recordarte que él es el tipo de persona que trabaja incansablemente sin necesidad de esos «caprichitos líquidos».
En tu círculo de amigos, tienes al amigo con la etiqueta «Yo soy así» que siempre llega tarde a todos los eventos sociales, sin importarle cuántas veces haya prometido llegar a tiempo. Pero, oh, cuando se trata de su programa de televisión favorito, ahí sí es el primer hombre en aparecer frente a la pantalla, listo para disfrutar de horas y horas de entretenimiento. «Es que yo soy así», dice encogiéndose de hombros con una sonrisa cómplice.
En tu familia, tu tía favorita tiene la etiqueta «Yo soy así» bien pegada a su frente. Ella se considera a sí misma una maestra en la cocina y nadie puede cuestionar sus métodos culinarios. ¿Que su salsa de tomate es en realidad solo ketchup? «¡Es que yo soy así!», responde orgullosa mientras todos intentan contener una risa indiscreta. No importa cuántas veces le sugieras nuevas recetas o ingredientes más saludables, ella seguirá aferrada a su identidad culinaria única.
Y luego está esa pareja que conoces con las etiquetas «Yo soy así». Él es el que siempre olvida las fechas importantes, desde su aniversario hasta el cumpleaños de su suegra. «Lo siento, cariño, es que yo soy así», dice con una sonrisa nerviosa mientras busca desesperadamente un ramo de flores en la tienda de la esquina a última hora. Y ella, la pareja de «Yo soy así» olvida constantemente dónde deja sus llaves y su teléfono, pero nunca pierde la oportunidad de decir: «Es mi personalidad despistada, ya sabes, yo soy así».
En fin, todos tenemos nuestras etiquetas de «Yo soy así» que nos limitan de alguna manera. Pero, en lugar de aceptarlas como una condena, ¿por qué no darles un toque de humor? Podemos reírnos de nuestras peculiaridades y usarlas como una forma de autocompasión en lugar de una excusa para no crecer y mejorar. Después de todo, la risa es una herramienta poderosa para derribar barreras mentales y liberarnos de nuestras propias limitaciones.
Así que, la próxima vez que sientas que estás atrapado en tu propia prisión mental, recuerda que el humor puede ser tu mejor aliado. Ríete de ti mismo y desafía tus etiquetas de «Yo soy así». ¡Quién sabe, tal vez descubras que eres mucho más que esas palabras y que la verdadera libertad está a solo una carcajada de distancia!
¡Despreocúpate de las cadenas de la autodescripción y abraza la diversión de ser tú mismo, sin limitaciones autoimpuestas!