Por Franco Cerutti

¡Alerta, alerta! Se avecina una invasión de seres dispuestos a salvar el planeta a toda costa. No, no hablamos de héroes enmascarados o superhombres con capas voladoras. ¡Es algo mucho más peligroso y urgente! Estamos hablando de aquellos individuos que no pueden evitar alardear sobre su misión inquebrantable de salvar el planeta. ¡Necesitamos protegernos de los Salvadores del Planeta!
¿Quiénes son estos intrépidos salvadores? Bien, los identificarás fácilmente. Son aquellos que, antes de cada conversación, deben recordarte que reciclan religiosamente sus bolsas de papel y plástico. Aquellos que han dejado de comer cualquier cosa que tenga ojos para ser «veganos por el planeta». Los que lucen con orgullo su colección de botellas reutilizables mientras miran despectivamente a quienes aún compran agua embotellada. ¡Oh, cuán noble es su causa!
Pero, ¿acaso no es maravilloso que estas personas estén dispuestas a salvar el planeta, uno que ni siquiera está seguro de que necesite ser salvado? Es como si fueran los Avengers del medio ambiente, luchando contra villanos invisibles que amenazan con destruir nuestro hogar. Solo que en este caso, los villanos son todos los demás.
Cada vez que un Salvador del Planeta aparece en una fiesta, su discurso inicia casi como una letanía: «¡Amigos, escuchadme! El mundo está al borde del colapso, y solo nosotros podemos detenerlo. Nuestra misión es crucial y no podemos fallar. Debemos luchar contra el calentamiento global, la deforestación, la contaminación y, por supuesto, aquellos que no están a la altura de nuestro compromiso sagrado».
¿Pero quiénes son realmente estos valientes defensores del planeta? Es probable que muchos de ellos nunca hayan salido de su ciudad natal, pero aseguran saber lo que es mejor para todo el globo terráqueo. Quizás pocos han estudiado la complejidad de los sistemas ecológicos, pero se sienten con el derecho divino de dictar cómo debemos vivir nuestras vidas para «salvar al planeta».
Y mientras se jactan de sus nobles esfuerzos, ¿qué tal su huella de carbono personal? Oh, sí, puede que algunos de ellos tengan una bicicleta eléctrica y una pequeña huerta en el balcón. Pero, en su desesperada búsqueda por salvar el planeta, olvidan mencionar sus frecuentes viajes en avión o su predilección por la última moda sostenible y cara. ¡Pequeños detalles!
Además, si realmente quieren salvar el planeta, deberían comenzar por rescatarlo de sus propias interminables charlas sobre salvar el planeta. Cada minuto que dedican a repetir sus proezas eco-amigables podría ser invertido en acciones concretas para marcar una diferencia real.
No malinterpreten, es genial que cada vez más personas se preocupen por el medio ambiente y quieran hacer cambios positivos. Sin embargo, la arrogancia y el juicio que algunos Salvadores del Planeta proyectan sobre los demás no ayuda a su causa. Convirtieron su cruzada por un mundo mejor en un espectáculo de autosatisfacción y superioridad moral.
Entonces, ¡defendámonos de estos cruzados eco-obsesionados! Asumamos la responsabilidad de nuestras acciones y hagamos cambios significativos para cuidar nuestro hogar. No necesitamos salvadores con capas verdes y cantidades infinitas de virtud para lograrlo.
Así que, la próxima vez que te encuentres con un Salvador del Planeta, sonríe, asiente y luego corre a reciclar tu lata vacía. Demostremos que todos podemos marcar la diferencia sin la necesidad de alardear al respecto. Salvemos al planeta de quienes dicen que necesariamente quieren salvar el planeta, ¡y hagámoslo con una buena dosis de humor y humildad en el proceso!